Es una divinidad de las entrañas de la tierra. Tiene que ver con la creación del mundo y con los diluvios. Está relacionado directamente a los Eggún ancestrales, con Orisha Oko y Korinkoto. Se debe recibir en la ceremonia de Orun. Vive junto con Eshu Modubele de Ofun Funda y con Eshu Akere Mewe de Irete Yero.
Se le llama con Oro, además, es el jefe de los Eggun que asisten a la persona. Vive fuera de la casa. Su representación es un Agborán de madera, con un solo cuerpo y dos cabezas, Eshu Ashikuelú es bicéfalo.
Eshu Ashikuelú lleva un bastón colgado de la mano que es su compañero. Este se llama Ashiakuabú. Este bastón se hace de madera de Iroko. Ashikuelú es a veces interpretado como un rey de los gnomos o duendes.
Es un Eshu que ayuda en los cultivos y en la fertilidad. Se le pide para que todo fructifique y se desarrolle, también para problemas de fertilidad en el hombre o la mujer. Se le ofrendan granos y frutos de la tierra y palomas.
Rige sobre los tesoros enterrados y los minerales, especialmente el oro, así como las piedras preciosas. Le gusta siempre estar en movimiento, haciendo algo y trabajando.
A Eshu Ashikuelú se le llama el niño labrador y también patrón de todos los que trabajan la tierra. Vive sobre una piedra de sembradío o dentro de un saco de yute colgado de las ramas de algún árbol. Entre sus secretos lleva tierra de cultivo. Cuando se prepara, se entierra 21 días en un campo de cultivo y cuando sale, ya está listo para el trabajo..
Patakín de Ashikuelú
El Camino de la Madre Tierra.
Inle Oguere era una obiní muy hermosa que tenía muchos hijos, pero la que más se distinguía era una joven muy bella llamada Afokoyerí y esta hija no aceptaba requerimientos de nadie. Resultó que había un ser locamente enamorado de ella quien era muy feo y horrible llamado Ashikuelú el cual vivía entre las tinieblas de las profundidades de la tierra y sólo veía por la fosforescencia y la luz de los minerales que se desprendían de aquella eterna oscuridad y sólo se asomaba de vez en cuando a este mundo por la boca de una cueva y esto sucedía cuando sus hijos le llevaban una Euré que le ofrendaban y esos eran los cantos que oscurecían el cielo.
Ashikuelú se valió de sus artes de encantamiento para lograr ser dueño del amor de aquella niña. Afokoyerí se encontraba un día paseando por el campo y vio a una Eleguedé (auyama o sapayo) muy hermosa, la cual era su comida preferida ya que su madre y ella sólo se comían las semillas y fue a cogerla y vio que la guía de la misma la llevaba a la entrada de una cueva y cuando se acercó surgió de las profundidades Ashikuelú, ensombreciendo el cielo y, sin darle tiempo a nada, le tomó la mano y la llevó con él a las profundidades de la tierra.
Inle Oguere, al enterarse de esto, desesperada, comenzó a buscar entre los hechiceros de su tierra uno que fuera capaz de resolver su problema y oyó hablar de Orunmila y fue a verlo y este le vio este Ifá y le dijo que su hija había nacido para vivir entre las tinieblas ya que los humanos no comprendían la grandeza de su vida, que ella tenía que hacer ebbó y darle de comer a Ashikuelú en una grieta, llamarlo y cuando él saliera que hiciera un pacto con él.
Así lo hizo Inle Oguere y cuando Ashikuelú salió, le dijo, después de rendirle Moforibale Iyá: «Tú tendrás el derecho de que tu hija viva seis meses contigo y seis meses conmigo. Tú eres la corteza de la tierra de todos; eres luz donde todo florece; yo soy la sombra de la entraña de la tierra, donde las cosas germinan».
Olofin, que estaba oyendo todo aquello dijo: «Tú, Inle Oguere, serás Iyá Inle, la madre tierra, la que siempre le darás a los hombres sus frutos con que sustentar su vida; todos los hombres siempre te tendrán que dar comida y el que quiera verte, tendrá primero que reconocerte a ti y a tu Omó, tanto en los campos arados como en las furnias naturales y te verá en cada fruto, cada mineral, en todo lo de las entrañas de la tierra y la corteza terrestre; tú siempre serás la madre amorosa, la que alimentarás a tus hijos y al final serás la morada que acogerá el cuerpo de cada uno; tú comerás y trabajarás con Ashikuelú y Afokoyerí, los cuales son tus hijos bien amados. Además de Yewá, Osain, Asojuano, Oduduwa, Orun y aún conmigo mismo, guardarás la memoria de cada uno de los que fueron en la tierra, donde cada vez que se le dé comida a algún Egún, tendrá que ser a través tuyo, porque para eso eres Iyá Inle la cual debe ser nombrada por cada uno de tus hijos. To Iban Eshu.
Así fue como Inle Oguere consiguió su título de madre tierra, renunciando a los placeres de la tierra, para vivir acompañando a sus Omó Ashikuelú y Afokoyerí en las tinieblas de la tierra. Este premio se lo otorgó Olofin por su sacrificio y renunciación.